En esta ocasión, te invitamos a conocer como el caos y el orden son compañeros perfectos para impulsar equipos colaborativos.
Si a esto le sumamos la apuesta por una estructura más horizontal, con responsabilidades distribuidas y que tiene como misión el desarrollo de liderazgos, el camino se nos puede poner cuesta arriba.
Desde esta perspectiva, y sin un punto claro hacia dónde llegar, todos los avances de tu equipo pueden quedar a la deriva. Si no existe claridad de un objetivo, cada quien puede velar por sus intereses, perdiendo la importancia de mantener un objetivo común.
Por el contrario, un exceso de control en la gestión inmoviliza procesos, es decir, genera “cuellos de botella” y personaliza las decisiones, lo que hace que, ante cualquier error, el equipo quede paralizado sin saber a dónde ir.
En post anteriores explicamos algunas premisas importantes a la hora de navegar a través de las aguas de la colaboración. Nuestra filosofía tejeRedes incorpora lo “caórdico”, basado en conceptos promovido por Dee Hock, ex CEO de Visa.
Para que el desarrollo de una comunidad sea próspero, Hock postula que se debe contemplar las organizaciones tienen un tránsito continuo entre el caos y el orden. Agrega que, en la importancia de saber conducirlo y mantener un equilibrio entre ambos polos, está la clave para que puedas llegar al destino que buscas.
¿Qué exige?
Además, debe valorar muy bien cuándo dar un “giro de timón” de manera de que se mantenga el equilibrio entre el control y la creatividad.
¿Qué se espera con esto?
Al dar pie a una estructura organizacional más horizontal, que promueva procesos de gestión colaborativa, es importante que sus miembros estén empoderados y tengan la capacidad de autoorganizarse.
Cuando el poder está distribuido, esperamos que sus miembros puedan acomodarse de forma ágil ante distintas coyunturas: momentos de recesión/expansión de la organización; la salida de miembros con mucho conocimiento o trayectoria dentro de la organización o algún problema específico que requiera la atención de distintas áreas o unidades.
Con un modelo, distribuido en las responsabilidades, las decisiones ante una crisis se pueden tomar de forma más rápida, con una apropiación mayor que permita tener planes de acción rápidos y ajustados a las posibilidades de la organización.
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