8 de diciembre;
sí, de este 2022 que poco a poco va deshojándose en el calendario. En los
medios de comunicación internacionales se habla del inicio de la COP15 en
Canadá, del movimiento de protesta en Irán por la muerte bajo custodia policial
de Mahsa Amini detenida por llevar mal colocado el velo islámico, de la guerra
Rusia-Ucrania y el fantasma del uso de armas nucleares, de la primera ejecución
talibán desde su regreso al poder en Afganistán en 2021, de las reacciones
xenofóbicas en Europa por el triunfo de Marruecos contra España en el mundial
de futbol de Catar, de la condena de seis años de prisión e inhabilitación política
de por vida contra Cristina Fernández, de la inmunidad parlamentaria de Juan
Carlos de Borbón, del golpe de Estado en Perú y el arresto de Pedro Castillo…
mientras tanto, en la playlist de Spotify se escucha a Joaquín Sabina
cantando aquello de “Mucho, mucho ruido / Tanto, tanto ruido / Tanto ruido y al
final / Por fin el fin / Tanto ruido y al final…”.
El silencio,
recoge Cristian Figueroa en el Libro tejeRedes, Trabajo en red y sistemas de
articulación colaborativos (2016), es una de las seis características de la
tecnología CLEHES, “similar a una lente que nos permite observarnos, mirar a
otros o a las redes de personas que nos rodean” y, como apuntan Soledad
Saavedra y Osvaldo García, “es una herramienta gratuita que se incluye en el
aprendizaje de nuestro cuerpo (pues) va operando en la historia
conversacionalmente, irrumpiendo en los espacios educacionales formales o lineales,
para colocar el eje en lo humano”. Los otros cinco elementos son el Cuerpo, el
Lenguaje, las Emociones, la Historia y el Eros, y junto con el Silencio forman
el acrónimo C.L.E.H.E.S.
Una red se
conforma por diversos CLEHES, cada uno correspondiente a una persona: la célula
de la red. Cada CLEHES, nos dice Cristian, es único e irrepetible y sus
“dimensiones de corporalidad, lenguaje, emociones, historia, eros y silencio
configuran el movimiento e identidad de la red o comunidad”. El silencio, en el
contexto del CLEHES, refiere a “nuestra relación con la espiritualidad para
observarnos íntimamente en nuestros espacios de aprendizaje” y, con esa
consigna, es que la Comunidad tejeRedes convocó a su segunda Jam Comunitaria
“¿Cómo tejes con tejeRedes?: Exploremos el Silencio del CLEHES”.
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Son casi las 7 de
la noche en España; en México, faltan unos minutos para que sea mediodía. A la
sesión en Zoom van arribando poco a poco Pato, Silvia y Sebastián (a quien se
le caerá la conexión por un rato); mientras tanto, Silvia y Pato podrán afinar
los últimos detalles de una sesión que si bien, como su nombre lo sugiere,
tendrá mucho de improvisación, ha sido inteligentemente diseñada por ambos en
el hilo de un espacio de silencio meditativo, guiado por Pato, y tres
preguntas: 1) ¿Hacia dónde me ha llevado este silencio anterior?, 2) ¿Cómo ha
sido usar el silencio en los cotidiano y lo profesional? y 3) ¿Cómo hemos usado
el silencio como una forma de cuidar al otro?, puestas en juego por Silvia.
Las redes, nos
dice Cristian, son sobre todo redes conversacionales, y para la conversa de
esta segunda jam se sumaron Javier, Sandra y Marinel. Aquí, algunos retazos del
tejido que armamos:
§ El silencio abre un espacio de percepción y, por lo mismo, de reflexión.
§ El silencio nos permite ser conscientes del momento presente y que el encuentro con otras personas parte de una convocatoria a colaborar.
§ El silencio es un pulso, un ritmo en el cuerpo que puede ser muy placentero.
§ Pocas veces uno anda por la vida atento del camino; siempre estamos pendientes del a dónde vamos a llegar, pero no somos conscientes del paisaje que nos regala la atención plena del silencio.
§ El silencio me llevó, sí, a poner atención en mi respiración; pero, también, a darme cuenta de una tensión en mi cuerpo que luego desapareció… para conectar con la gratitud de sentirnos, sentir el corazón, la conexión con el espacio en el que estamos, la atención en el aquí y el ahora.
§ En comunidades de pueblos originarios el silencio tiene un peso muy diferente al silencio que se da en los espacios urbanos; el silencio es un aclarador de la ruta: por dónde ir y por dónde no ir.
§ El silencio, como escritor, es como la página en blanco, que nos obliga a ponernos en el ahora.
§ El silencio nos da claridad, para permitir que las cosas pasen; pero, también está el silencio que se hace para omitir información: a veces no decimos algo, o lo decimos de otra manera, buscando cuidar… pero, es importante escuchar si nuestro silencio es percibido así en el espacio colaborativo, porque puede ser que no: que haya algo que no estemos viendo, que no estemos percibiendo… y no es cómodo aceptarlo; pero, para ello es bueno darnos un espacio de silencio para darnos cuenta.
§ En lo cotidiano, el silencio a veces tiene que ver con el temor a equivocarnos; porque los silencios están anclados a las emociones, como lo están a la escucha y al lenguaje.
§ El silencio también es un dejar aparecer al otro: está súper bien que en un espacio colaborativo no levantemos la mano aunque tengamos mucha experiencia respecto a un tema para permitir la emergencia de otra persona; allí, el silencio es fértil.
§ Así como promocionamos el siempre decir algo, el con callarnos frente a lo que pasa, a veces está bien promocionar el silencio para aminorar el caos.
§ El silencio va anclado a la escucha atenta, a la escucha empática, a la escucha amorosa, a la escucha respetuosa, atravesando desde lo intra-inter hasta lo social más ampliado: a veces alguien nos cuenta algo y estamos pensando “qué le voy a responder” y allí se pierde la conexión del momento de callar para que el otro pueda expresar lo que tenga que expresar en el tiempo que lo tenga que expresar: el otro, en el momento sólo quiere eso, nuestro silencio para expresar su sentir… o el silencio mutuo para conectarse desde la escucha y el silencio mutuos, y permitir entrar del cuerpo: escuchar con todo el cuerpo desde el silencio.
§ Cuando hacemos silencio para acompañar buscamos que la otra persona esté bien; pero, no por su bienestar, sino por nuestro bienestar: nos resulta muy incómodo el sentir; nos da miedo el sentir. Toca, entonces, aprender a estar.
§ Cuando somos escritores solemos tener nuestras musas, y, a veces, nuestras musas están en silencio… y, bueno, permitirnos el silencio nos permite descubrir también que eso está bien; pero, por lo menos a los hombres, que nos han inculcado el modelo del “guerrero”, nos es difícil guardar silencio porque creemos que siempre debemos opinar, no quedarnos callados.
§ También hay un cultivar el silencio permanentemente, el cuidarlo, con prácticas diversas… las que sean: una ducha fría, una meditación activa en silencio.
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Pasan de las 4 de la tarde en Chile; en
Perú y en Colombia son alrededor de las 2. Finalmente, mediante la tecnología
digital del Menti, tocó plantearnos: “… y, desde el vaciarnos, ¿ahora qué?”;
pero, toca nuestro turno de hacer silencio y permitir que sean ustedes,
querid+s lector+s, quienes con sus propios silencios acompañen esta cosecha
amorosamente recolectada por Pato y Lau:
EQUIPO DE ESTE ENCUENTRO:
Pato, Silvi, Marinel, Sebas y Lau.