En la Escuela tejeRedes 2021 hemos llegado a la Parte 4 del DesignLAB: “Metodología para iniciar el trabajo en red colaborativo”. Al igual que en las partes anteriores del DesignLAB: “Desde el individualismo a la colaboración en las comunidades” y “Conceptos y prácticas del trabajo en red colaborativo”, “Metodología para iniciar el trabajo en red colaborativo” contó con una charla para conocer una experiencia viva donde pudiéramos observar los elementos propios de esta parte de nuestro viaje y un caso a estudiar; ambas cruzadas por las nociones de ciudadanía y territorio. En esta entrada compartiremos un poco de lo harto rico que fue la primera: la conversación con Alejandra Rojas Pinto, directora de la Corporación Cultural La Huella Teatro, de Antofagasta, Chile, y directora general de Identidades Festival Internacional de Artes Escénicas en el Desierto de Atacama.
Como marco, cabe recordar que los contenidos de esta cuarta parte del DesignLAB son: 1) Cultura y metodología tejeRedes y 2) ¿Cómo empezar a articular el trabajo en red colaborativo? Para poder adentrarse más a detalle en estos contenidos se puede revisar el Libro tejeRedes: Trabajo en red y sistemas de articulación colaborativos, Sección 3 (que abarca los capítulos 10 y 11); como refuerzo, o si no se cuenta con el tiempo suficiente para leer la sección completa, se puede consultar el Manual tejeRedes de conceptos, metodología y prácticas, también Sección 3, que recupera los gráficos del libro sistematizado por Cristian Figueroa, articulador central de tejeRedes, o el vídeo en el que el mismo Cristian de una manera muy clara pasa revista a los mismos contenidos.
Es domingo, para ser más exactos: domingo 4 de julio. En una lista de reproducciones de lo más ecléctica, junto a composiciones de Arvo Pärt, Los Tigres del Norte, La Sonora Santanera, El Mastuerzo, Ska-P, 31 Minutos o Esteman (entre otras y otros), suena por casualidad El derecho de vivir en paz en voz de su autor, el compositor Víctor Jara; a poco más de 10 mil kilómetros (pensando que estas notas se escriben en México), en la tierra que lo vio nacer y lo recibió tras ser torturado y asesinado hace casi 48 años, sus compatriotas dan inicio a la primera sesión de la Convención Constitucional que, entre muchos otros retos, recogerá el guante al “NO” expresado en el Plebiscito Nacional de 1988, antecedente histórico del Plebiscito Nacional 2020. En la libreta de anotaciones, mientras tanto, algunas de las frases de Alejandra Rojas Pinto van abrazándose, acaso enredándose, ora a la canción de Jara y el incipiente paso de la Convención, ora a los apuntes de la Sección 3 del Libro tejeRedes.
“Desarrollar redes —nos dice Cristian Figueroa— es un arte y, como todo arte, requiere una cultura y una metodología para que las comunidades tomen forma y sean sostenibles en el tiempo”. Esto —agrega— “puede ocurrir en cualquier comunidad o estructura social que tenga un propósito: (un) centro vecinal (o) cultural, una empresa y hasta en la administración de un gobierno”. En la llamada “Perla del Norte”: Antofagasta; en el seno de la ahora Corporación Cultural La Huella Teatro, eso es justo lo que sucedió con el liderazgo empático de Rojas Pinto, quien tras su formación como actriz de teatro dentro y fuera de Chile regresó a su tierra para impulsar, primero, una agrupación artística que paso a paso fue adquiriendo su propia impronta entre la investigación multidisciplinar y la vinculación directa con el territorio y la gente donde y con quienes se fue desarrollando dicha investigación tanto teórica como práctica, y, después, como resultado de la consolidación de la agrupación, en la articulación de un festival de artes escénicas que año tras año ha venido reuniendo las voces, los sentires, los pensares y los quehaceres de artistas escénicos provenientes de distintos rincones de esta aldea que llamamos Tierra: Identidades Festival Internacional de Artes Escénicas, en el Desierto de Atacama.
La conversación con Alejandra arrancó con la mediación/recepción de Geoffrey Guimberteau, quien fue dando la bienvenida a quienes se iban conectando a la videollamada convocada por tejeRedes y l+s integrantes de su Escuela 2021; unos minutos más tarde, Eva María Agruña Barran hizo los honores en una breve introducción que sirvió de puente a la intervención de Alejandra, quien, para decirlo en código tejeRedes, ha desempeñado el rol de articuladora, digamos, central de la Corporación Cultural La Huella Teatro: la comunidad/proyecto. Y, como tal, Alejandra fue trazando una suerte de ruta en la conversación que, partiendo de la experiencia personal, paulatinamente va deconstruyendo una especie de concepción del “yo” propio de su liderazgo, en un “nosotros” que se expresa tanto en la fundación misma de La Huella Teatro como en la creación del Identidades Festival, reforzando su sentido en la edición 2019 de éste.
La Huella Teatro, como se puede leer en la página web de la comunidad/proyecto, fue echada a andar por Alejandra en 2004 en Antofagasta, su tierra natal. En la charla con tejeRedes, ella nos habla de tres direcciones que van marcando el rumbo de la entonces incipiente agrupación artística: trabajar en el territorio, empoderar al lugar mismo y su gente; realizar investigación antropológica cruzándose con lo escénico, y viceversa, y llevar a cabo una gestión de inmersión en la propia comunidad, vinculandose con las y los agentes culturales comunitarios. A la luz de los conceptos de la metodología y la cultura tejeRedes, se observa entonces que la articulación emprendida por Alejandra y el núcleo de personas que la acompañan en la creación de La Huella Teatro echa a andar los tres procesos del trabajo en red colaborativo casi de manera simultánea: el Proceso I, donde se produce valor social, en la creación misma de la comunidad/proyecto y en la impronta de que el trabajo estético y de gestión tenga como base el territorio y la vinculación con su gente; el Proceso II, que crea valor de conocimiento, resultante de la apuesta por producir sus propios productos estéticos (lo cual nos permite ver parte del Proceso III), pues, al renunciar a llevar a escena textos ya creados, La Huella Teatro propicia una experiencia de saberes y conocimientos en su investigación antropológica que cruza el hecho escénico, y, el Proceso III, que genera valor de uso o cambio, pues además de los proyectos artísticos se observa en la gestión de inmersión en la comunidad-territorio y su vinculación con las y los agentes culturales.
No sobra decir que los tres procesos, que en algunas comunidades/proyectos de trabajo colaborativo en red se observan a veces diferenciados, en La Huella Teatro se cruzan y son interdependientes desde un inicio, y dicha interdependencia da paso a la conformación de una estrategia que La Huella Teatro adopta de los pueblos originarios imprimiendo su propio sello: el trueque. De la conversación de Alejandra con l+s integrantes de la Escuela tejeRedes 2021 puede colegirse que hay dos, digamos, momentos “bisagra” en la historia de La Huella Teatro respecto a esta práctica de intercambio heredada por los pueblos originarios: por un lado, una experiencia personal de la misma Alejandra en 2005, un año después de haberse creado La Huella Teatro, con el estudio de plantas medicinales en la selva amazónica, experiencia que para Alejandra significará un cambio profundo en, para decirlo en clave tejeRedes, su propio CLEHES y modificará por ende su manera de relacionarse consigo misma, desde luego, y también con las y los demás, lo que repercutirá en aquello que intuitivamente ya se iba gestando en La Huella Teatro, y, por otro lado, el gran salto que significa gestar y gestionar el Identidades Festival en 2015, con el trueque mismo como uno de sus sellos más particulares.
El trueque, como parte de la expertise de La Huella Teatro y sello característico del Identidades Festival, se convertirá así en una de las expresiones más claras de cómo la comunidad/proyecto va desarrollando los tres procesos del trabajo colaborativo en red y, en consecuencia, generando valores sociales (relacionales), de conocimiento (saberes y experiencias) y de uso (cambio e intercambio). Esto, junto a la sistematización de la propia experiencia registrando desde 2004 su historia colectiva, la apuesta por la profesionalización de las personas al interior de las comunidades/proyectos que son La Huella Teatro y el Identidades Festival y la búsqueda de dejar capacidades instaladas en la misma comunidad-territorio donde se trabaja, marcarán las coordenadas que les permitirá estar a la altura del contexto de insurrección popular que vivirá Chile y responder no sólo en consecuencia, sino también en congruencia, trasladándose de la Carpa Identidades al campamento Luz Divina, de La Chimba, en Antofagasta misma, para la edición del Identidades Festival 2019.
Los problemas, dice Alejandra en la charla, son desafíos y los desafíos son oportunidades; así, la praxis de hacer gestión anteponiendo lo cultural-humano a lo cultural-industrial para responder a su interrogante central: “¿Cómo nos conectamos con la comunidad que habitamos?”, les permitió, en medio del estallido social, religar con su propio origen y responder colectivamente: “La conexión es social”. Porque, como dijera la misma Alejandra, se trata de crear, más que en cantidad, en profundidad. El desierto se descubre así territorio fértil en oportunidades, en personas, en creación, que posibilita la emergencia de, como dijera Helena Piacenza, voces apagadas, como el ser y el estar de las mujeres que de suyo generan diversas acciones en la comunidad pero que ganaron visibilidad, y una “nosotricidad” que gracias al trueque (valor de uso), la profesionalización-sistematización (valor de conocimiento) y la vinculación con las y los agentes culturales de la comunidad-territorio (valor social) es abono para una suerte de liderazgo-trueque (como lo bautizara Geoffrey) que horizontaliza la discusión-reflexión y la toma de decisiones dentro de la comunidad/proyecto que son tanto La Huella Teatro como el Identidades Festival.
En la charla, por parte de l+s integrantes de la Escuela tejeRedes 2021, Natalia Garate, Céline Girardon y Mónica Guerra llevaron a aterrizar con sus preguntas la experiencia personal del CLEHES articulador que es Alejandra y los CLEHES colectivos que son La Huella Teatro y el Identidades Festival. Hay, nos dice Alejandra, una impronta que marca la ruta del trabajo colaborativo: “Soñar lo imposible”, y dos líneas que trazan el mapa de ruta de ese mismo trabajo: “Lo que sueño hacer” y “Cómo gestiono lo que sueño hacer”. El origen del sueño muchas veces es la misma Alejandra en tanto articuladora de ambas comunidades/proyectos; pero, en esa suerte de “liderazgo-trueque” que denominó Geoffrey, el sueño se comparte con las y los demás y se cruza con sus propios sueños creando un sueño que partiendo de varios “yoes” se vuelve un sueño del “nosotros”: colectivo. Es ese sueño colectivo el que servirá para trazar el mapa de la ruta de trabajo colaborativo en red y aterrizarlo en cuanto al proceso de gestión buscando siempre, eso es fundamental, pasarla bien y ser felices; dicho en clave tejeRedes: con harto Eros. Dicho aterrizaje recae en equipos de trabajo al interior tanto de La Huella Teatro como del Identidades Festival que en la charla con Alejandra se pueden ir identificando: comunicaciones, educación, redes nacionales e internacionales, investigación, producción, gestión… siendo todos ellos autónomos en cuanto al cómo emprender el viaje que implicará llevar el sueño colectivo a buen puerto.
Al escuchar a Alejandra no es difícil imaginar las comunidades/proyectos de La Huella Teatro y el Identidades Festival como los barcos de vela de los que habla Cristian en el Libro tejeRedes, moviéndose gracias a los aires del trabajo colaborativo; por lo menos más que como barcos que se mueven a golpe de remos. Puede observarse que en la proa hay, sin duda fraternidad y sororidad, Eros y amor que posibilitan que las personas o CLEHES de ambas comunidades/proyectos se conecten, acoplen y cohesionen; en la popa, conectar con lo social como parte sustancial de la investigación y el estudio antropológico-escénicos, la puesta en escena y la búsqueda de diferentes lenguajes escénicos, que en el rescate y recuperación de la memoria busca facilitar el acceso al público de escasos recursos a actividades culturales con el propósito de forjar identidad como aporte real al desarrollo cultural de su territorio, tiene un excelente timón; en estribor, la impronta “soñar la imposible” conduce a la proacción y el emprendimiento colectivos, y en babor, pasar de los sueños de los “yoes” al sueño del “nosotros” en medio de un “liderazgo-trueque” que se alimenta del encuentro, la escucha, el intercambio, es la base de humildad y desprendimiento para mantener el barco en equilibrio: “El desprendimiento —nos dice Cristian— incluye asumir que todos sean partícipes y disfruten del bienestar y cooperación en torno al propósito”.
En la plataforma de Twitter, las notificaciones de algunas cuentas que siguen lo que pasa en Chile comienzan a repiquetear en el ordenador: la mesa directiva de la Convención Constitucional que trabajará en la redacción de la nueva carta magna que sustituirá a la heredada de la dictadura militar, estará presidida por la mujer, activista, académica y lingüista indígena mapuche Elisa Loncón Antileo; el corazón y los ojos se humedecen de emoción, y en la lista de reproducción suena aquello de que “mucho más temprano que tarde se abrirán las grandes alamedas por donde pase(n las personas) libre(s) para construir una sociedad mejor”.
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