Compartimos algunos consejos para que armes tu tripulación y evites el naufragio.
Te invitamos a navegar y, para ello, te presentamos dos opciones. En la primera, debes subir la tripulación a un velero, compartir responsabilidades y asegurar una navegación exitosa. En la segunda opción, en cambio, formarás parte del equipo de un bote a remo con funciones delimitadas y supeditadas a lo que diga el líder.
Si durante ese paseo enfrentaras tormentas, tempestades y días completos de aguas calmas ¿Cuál elegirías? Este ejemplo, ilustra las decisiones que tomamos día a día en nuestro trabajo, cuando nos insertamos dentro de una cultura organizacional.
El velero representa un equipo colaborativo, donde los problemas y las decisiones se asumen en conjunto. En este modelo, cada quien tiene una función determinada, pero también asume un rol de liderazgo dentro de su entorno.
En el segundo caso (bote a remos) cada quien depende de un jefe, el cual entrega las instrucciones para que el resto las siga. Si alguien se cansa o abandona el barco, deberá buscarse, entonces, alguien que lo reemplace. Más aún, si se hunde el barco, la responsabilidad apunta directamente hacia quien lo dirige.
Una cultura organizacional debe tener en cuenta cómo construye comunidades que tengan la flexibilidad suficiente para resistir distintas circunstancias. Una cultura más abierta y colaborativa permite que, por ejemplo, emerjan y se formen liderazgos. Además, facilita que las conversaciones fluyan y la responsabilidad de las decisiones no solo recaiga en quien tradicionalmente debería tomarlas.
Cultura colaborativa
En el siguiente diagrama compartimos algunos tips para hacer tu navegación más fácil y evitar el naufragio:
La fraternidad es el motor de tu comunidad. Sin afecto (el Eros dentro de la CLEHES) una comunidad no puede avanzar, pues este genera cohesión y conexión entre los miembros de un equipo.
No permitas que suelten el timón. Que no exista un jefe, no quiere decir que no haya liderazgos que articulen al equipo (con mira al destino final). Este debe tener la responsabilidad que la navegación sea entretenida, dinámica y lúdica, para que el equipo pueda mantenerse unido.
Facilita la proactividad y el emprendimiento. Así como el ingenio es un buen compañero para los tiempos difíciles, también lo será la promoción de un “efecto dominó” dentro del equipo para activar aquellas piezas que puedan desencadenar un movimiento general como respuesta.
El desprendimiento del ego personal es fundamental. Para evitar la búsqueda de “estrellas personales”, debemos trabajar con humildad, entendiendo que cada logro pasa por la participación de un equipo comprometido.
Con estas cuatro claves, esperamos que puedas hacer un tránsito más fácil y eficiente hacia el objetivo de tu organización ¿Y tú? ¿Cómo navegas? Comparte tu experiencia con nosotros a través de Facebook, Twitter e Instagram.
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