Disminuir las brechas puede ser la solución a la verticalidad en las empresas.
¿Cuánto gana el jefe o la directora? Es una pregunta que regularmente circula por los pasillos de las organizaciones. Esto, porque en principio, se asume que cada quien debe armar y defender su carrera de ascenso hasta el Olimpo de la estructura. En ella hay áreas que son más importantes y otras menos, y la competencia se impone ante la colaboración.
Las estructuras verticales se caracterizan, por ejemplo, por promocionar las horas extra y las negociaciones individuales para acceder a aumentos de remuneraciones y beneficios. En ellas, se fomenta una cultura individualista que genera asimetrías de poder y desigualdad en la participación de las utilidades de la empresa.
El tránsito hacia una cultura colaborativa exige también evaluar cuál será la respuesta para que la colaboración como máxima se traduzca también en brechas salariales más cortas y horizontales. Para esto, lo primordial es revisar cómo reducir las diferencias entre un tipo de responsabilidad y otro.
Sin horas extra, por ejemplo, no tengo más incentivo que hacer mi trabajo lo mejor posible y contribuir para que mi equipo pueda lograr el objetivo propuesto. Así, el valor de mi trabajo toma más relevancia que su costo.
Hay casos que optaron por nivelar los salarios para que todas las personas, que participan del proceso industrial, puedan disfrutar de sus beneficios económicos. En otras palabras, parten de la base de que todos aportamos, por lo tanto, todos merecemos ver los frutos de nuestro trabajo… también en nuestras billeteras.
Otras entidades utilizan bandas salariales, que se ajustan bajo criterios objetivos acordados de antemano, como la antigüedad del colaborador. De esta forma, no existe competencia por “subir escalones” al interior de la organización.
Cuando las brechas salariales son más cortas, las personas asumen un nivel similar de responsabilidad a la hora de que el proyecto sea exitoso. Esta base de igualdad, propicia la colaboración y el entendimiento, pues trata al equipo como una colectividad y no busca romperla a través de la comparación entre una unidad y otra.
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